Gran diferencia existe entre la persona que pide leer un libro y la que pide un libro para leer.
Hace falta una mente muy poco corriente para acometer el análisis de lo obvio.
Hay gente que cree que el único equipo que se necesita para discutir de religión, es una boca.
Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga.