Siempre, amor... (¡Y estas dos palabras naúfragas, entre alma y piel clavadas contra el viento!).
Sin palabras, vengadores, negamos solitarios la facultad de despertarnos mutuamente voluptuosidad.
Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras.
Todos los hombres se parecen por sus palabras; solamente las obras evidencian que no son iguales.