Nunca encarcelaremos a la opinión, y reprimiéndola sólo la exacerbamos.
Nunca encontrarás un arco iris si estás mirando hacia abajo.
Nunca eres demasiado viejo para tener otra meta u otro sueño.
Nunca es definitivo el éxito, ni perenne el fracaso.
Nunca es demasía publicar lo que es necesario que se sepa.
Nunca es igual saber la verdad por uno mismo que tener que escucharla por otro.
Nunca es largo el camino que conduce a la casa de un amigo.
Nunca es tarde para bien hacer; haz hoy lo que no hiciste ayer.
Nunca es tarde para el arrepentimiento y la reparación.
Nunca es tarde para no hacer nada.
Nunca es tarde si la dicha es buena.
Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
Nunca escribí una frase que valiese la pena mientras estaba bajo la influencia del alcohol.
Nunca escribo mi nombre en los libros que compro hasta después de haberlos leído, porque sólo entonces puedo llamarlos míos.
Nunca existe error tan grande como el de no proseguir.
Nunca falta al avariento razón para negar.
Nunca faltarán ondas en la mar, ni ira y tristeza en el corazón del avariento.
Nunca fue fácil el aprendizaje de la virtud.
Nunca ha habido gobierno perfecto porque los hombres tienen pasiones; si no tuviesen pasiones, no necesitarían gobierno.
Nunca ha habido una buena guerra ni una mala paz.
Nunca haga aquello por lo que no quiere que se le conozca.
Nunca hagas algo que lo otros puedan hacer por ti.
Nunca hay que pactar con el error, aun cuando aparezca sostenido por textos sagrados.
Nunca he encontrado un hombre de quien no haya aprendido algo.
Nunca he encontrado una persona tan ignorante de la que no pueda aprender algo.