Todo hombre tiene un grito que lanzar antes de morir, su grito. Hay que darse prisa para tener tiempo de lanzarlo. Ese grito puede dispersarse, ineficaz, en el aire; puede no hallarse ni en la tierra ni en el cielo un oído que lo escuche; poco importa. No eres un carnero, eres un hombre; y hombre quiere decir algo que no está cómodamente instalado, sino que grita. ¡grita tú, pues! Mi alma íntegra es un grito y mi obra íntegra es la interpretación de ese grito!.
Todo hombre, por naturaleza, desea saber.
Todo idealismo frente a la necesidad es un engaño.
Todo impuesto debe salir de lo superfluo, y no de lo necesario.
Todo le es perdonado a quien no se perdona nada a sí mismo.
Todo les sale bien a las personas de cáracter dulce y alegre.
Todo llega a tiempo al que pueda aguardar.
Todo llega para quien sabe esperar.
Todo lo alcanzarás, solemne loco, siempre que lo permita tu estatura.
Todo lo debemos consultar con el amigo, más primero debemos consultar si lo es.
Todo lo debil es viejo, todo lo fuerte es joven.
Todo lo difícil debe intentarse mientras es fácil.
Todo lo ignora quien de nada duda.
Todo lo imperecedero es mera alegoría. Y los poetas mienten demasiado.
Todo lo individual por sí tiene una medida propia de aptitud, sólo la capacidad del género es inmensurable.
Todo lo puede esperar el hombre mientras vive.
Todo lo que el médico yerra lo tapa la tierra.
Todo lo que endurece, desmoraliza.
Todo lo que es hecho, todo lo humano de la Tierra es hecho por manos.
Todo lo que es hermoso tiene su instante y pasa.
Todo lo que es moda se pasa de moda.
Todo lo que estimula nuestra vida, trayéndonos calor, frío, tristezas, es breve y es saludable. ¡Sopórtalo, entonces, como lo hace el sabio!
Todo lo que existe que no necesito.
Todo lo que ha ocurrido teme a su palabra.
Todo lo que hacemos está puesto con el ojo en otra cosa.