El optimismo es la locura de insistir en que todo está bien cuando somos desgraciados.
El pan y la casa, los chicos que crecen jugando en las plazas a pesar de todo, la vida ¡que hermosa!, siempre y sobre todo de todas las cosas.
El pediría en caso de divorcio la mitad de todo dijo él. Medio sofá, medio televisor, media casa de campo, medio kilo de mantequilla, medio hijo.
El pensamiento no es más que un relámpago en medio de una larga noche. Pero ese relámpago lo es todo.
El pensamiento positivo te permitirá hacer todo mejor que el pensamiento negativo.
El placer de leer todo se duplica cuando uno vive con alguien que comparte los mismos libros.
El placer es un pobre sustituto del amor.
El pobre carece de muchas cosas, pero el avaro carece de todo.
El primer amor es una pequeña locura y una gran curiosidad.
El primer deber del hombre es desarrollar todo lo que posee, todo aquello en que él mismo pueda convertirse.
El primer suspiro de amor es el último de la razón
El principio de todo vicio es la soberbia.
El principio es la mitad del todo.
El problema de ser pobre es que te ocupa todo el tiempo.
El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno.
El que busca fácilmente se pierde. Todo aislamiento es culpa.
El que de amor adolesce, de él divino ser tocado.
El que empieza a instruirse en la filosofía de todo se echa la culpa a sí mismo.
El que está enfermo no reusa la medicina. (un enfermo es dócil y hace todo por curarse).
El que muere por amor a la virtud, no perece.
El que puede prescindir del ser amado puede prescindir de todo.
El que quiera prosperar en sus negocios hágalos por sí mismo, y si quiere que todo le salga mal, no tiene más que confiarlos a manos ajenas.
El que quiere estudiar amor se queda siempre en alumno.
El que quiere todo lo que sucede, consigue que suceda cuanto quiere. ¡Omnipotencia humana por resignación!. A esta resignación sólo por la gracia se llega.
El que respira, dice: tengo todavía todo por respirar. El infeliz, dice: tengo todavía lugar para las desdichas de los otros. El que ha muerto, nos dice: no conozco nada todavía, no puedo estar muerto.