Los celos matan el amor pero no el deseo. Este es el verdadero castigo de la pasión traicionada. Odias a la mujer que rompió el pacto de amor, pero sigues deseando porque su traición fue la prueba de su propia pasión.
Los comerciantes del mismo rubro rara vez se reúnen, incluso para entretenimiento y diversión, pero la conversación termina en una conspiración contra el público, o en alguna estratagema para aumentar los precios.
Los cuernos duelen al salir, pero ayudan a vivir.
Los cuervos arrancan los ojos a los muertos cuando ya no les hacen falta; pero los aduladores destruyen las almas de los vivos cegándoles los ojos.
Los demás no te dejarán vivir como deseas, pero si eres lo suficientemente ágil y fuerte, al menos no deberás vivir como ellos desean.
Los faroles apenas tenían las sombras esa noche “aún no sé si en verdad sucedió”, pero no olvidaré aquellas lívidas nubes que incendiaban las llamas finales del sol.
Los golpes de la adversidad son muy amargos, pero nunca son estériles.
Los hombres despiertos no tienen más que un mundo, pero los hombres dormidos tienen cada uno su mundo.
Los hombres están hechos de tal modo que quieren desde luego cometer el mal pero no quieren que se lo prediquen.
Los hombres están impacientes por mejorar sus circunstancias, pero son poco los que están dispuestos a mejorarse; por lo tanto siguen estando en las mismas circunstancias.
Los hombres están siempre dispuestos a curiosear y averiguar sobre las vidas ajenas, pero les da pereza conocerse a sí mismos y corregir su propia vida.
Los hombres hacen las obras, pero las mujeres hacen los hombres.
Los hombres son crueles, pero el hombre es bueno.
Los hombres son más elocuentes que las mujeres, pero las mujeres poseen un mayor poder de persuasión.
Los hombres usan máscaras para embellecerse. Pero a diferencia de la mujer, la decisión de embellecerse de un hombre siempre es un deseo de muerte.
Los humoristas y los filósofos dicen muchas tonterías, pero los filósofos son más ingenuos y las dicen sin querer.
Los ideales son peligrosos. La realidad hiere, pero es mejor.
Los libros no deben clasificarse nunca. Clasificarlos es una ciencia, pero no clasificarlos es un arte.
Los médicos pueden enterrar sus equivocaciones, pero un arquitecto sólo puede aconsejar a su cliente plantar yerba.
Los médicos trabajan para conservarnos la salud, y los cocineros para destruirla, pero estos últimos están más seguros de lograr su intento.
Los pájaros pueden olvidar la trampa, pero la trampa no olvida a los pájaros.
Los parientes nos los da el azar, pero elegimos a los amigos.
Los periodistas deben criticar, pero no azotar a nadie.
Los privilegios acabarán, pero el pueblo es eterno.
Los pueblos, los hombres se enfrían por ausencia de espíritu. Pero estamos nosotros, con pedernal y yesca, con melodías y cantares, poemas y reflexiones, alto desvelo y sueños de todo tipo, para entibiar las horas de aquellos que no quieren congelarse todavía.