El mucho saber hace sabios, pero no dichosos.
El mundo es fuerte, pero más fuerte es el hombre que lo gobierna; y es soberana el alma, que gobierna al hombre.
El mundo está lleno de cactus, pero no nos tenemos que sentar en ellos.
El no y el sí son breves de decir pero piden pensar mucho.
El nombre de amigo es corriente, pero la fe en la amistad, rara.
El ocioso vale para la plaza pero no para el trabajo.
El ojo no lleva carga, pero sabe cuánta puede soportar la cabeza.
El olmo tiene bellas ramas, pero no da fruto.
El optimista se equivoca con tanta frecuencia como el pesimista, pero es incomparablemente más feliz.
El opuesto de una frase correcta es una frase errónea. Pero el opuesto de una verdad profunda puede muy bien ser otra verdad profunda.
El orden es el placer de la razón pero el desorden es la delicia de la imaginación.
El orgullo es el primero de los tiranos, pero también el primero de los consuelos.
El pecador debe arrepentirse. Pero ¿por qué? Sencillamente porque de otro modo sería incapaz de darse cuenta de lo que ha hecho. El momento del arrepentimiento es el momento de la iniciación.
El peligro del pasado era que los hombres fueran esclavos. Pero el peligro del futuro es que los hombres se conviertan en robots.
El pensamiento no es más que un relámpago en medio de una larga noche. Pero ese relámpago lo es todo.
El perro sabe, pero no sabe que sabe.
El pintor persigue la línea y el color, pero su fin es la Poesía.
El pobre carece de muchas cosas, pero el avaro carece de todo.
El problema con los árbitros es que conocen las reglas, pero no conocen el juego.
El público es más inteligente de lo que él mismo cree, pero no hay que decírselo, porque si no se vuelve aún más impertinente de lo que es de por sí.
El pueblo me silba, pero yo me aplaudo. (Populus me sibilat, at mihi plaudo)
El que me coacciona pretende hacerlo porque sus razones son fuertes; pero realmente lo hace porque son débiles.
El que se enamora no lo nota, pero al poco tiempo se vuelve idiota.
El renombre del rico termina con su vida; se recuerda el tesoro, pero no al atesorador. Muy otra es la gloria de la virtud de los mortales que la de sus tesoros.
El río en el verano y un puente. Pero el caballo pasa por el agua.