No me siento viejo porque tenga tantos años tras de mí, sino por los pocos que tengo por delante.
No podría definirme como ateo, porque declararme ateo correspone a una certidumbre que no poseo.
No puedes hacer un acto amable demasiado pronto, porque nunca sabes cuándo será demasiado tarde.
No quiero pensar porque no quiero que el dolor del corazón se una al dolor del pensamiento.
No se porque no iba a haber una máquina que escribiese cartas de amor. ¿Acaso no son todas iguales?
No vale la pena molestarse en matarse porque uno siempre se mata demasiado tarde.