Como a nadie se le puede forzar para que crea, a nadie se le puede forzar para que no crea.
El escritor original no es aquel que no imita a nadie, sino aquel a quien nadie puede imitar.
El que sabe atar no usa cuerdas ni nudos, y, sin embargo, nadie puede desatar lo que él ha unido.
En el amor no existe el libre albedrío, nadie puede decidir de quién va a enamorarse.
Nadie puede quedar ajeno a los cambios que el mundo empieza a experimentar a partir de ahora.
Nadie puede ser esclavo de su identidad: cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar.