El bien público está formado por un buen número de males particulares.
El bien y el mal no existen si no hay libertad para desobedecer.
El buen sentido es el que mejor está repartido entre todo el mundo.
El caballero de la fe está solo en todo momento.
El camino de la civilización está pavimentado con envases de hojalata.
El carácter humano es como una balanza: en un platillo está la mesura, y en el otro la audacia. El mesurado tímido y el audaz indiscreto son balanzas con un brazo, trastos inútiles.
El carácter mercantil está dispuesto a dar, pero sólo a cambio de recibir; para él, dar sin recibir significa una estafa.
El cementerio está lleno de personas imprescindibles.
El chiste está en lo que uno recalca. O nos hacemos infelices o nos hacemos fuertes. La cantidad de trabajo es la misma.
El cielo gobierna los acontecimientos del mundo sin ser visto; esta acción oculta del cielo es lo que se llama el destino.
El cielo, el infierno y el mundo entero, está en nosotros.
El cobarde sólo amenaza cuando está a salvo.
El conocimiento duerme y ronca en las bibliotecas, pero la sabiduría esta en todas partes, bien despierta, alerta.
El conocimiento no es algo separado y que se baste a sí mismo, sino que está envuelto en el proceso por el cual la vida se sostiene y se desenvuelve.
El corazón del loco está en la boca; pero la boca del sabio está en el corazón.
El corazón necesita amar. Celestial o terreno, ha de amar algún objeto, y es vano luchar contra esta ley.
El deber de un hombre está allí donde es más útil.
El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en que ya no nos dejan soñar que no nos engañarán nunca.
El derecho es el conjunto de condiciones que permiten a la libertad de cada uno acomodarse a la libertad de todos.
El destino de los hombres está hecho de momentos felices, toda la vida los tiene, pero no de épocas felices.
El dinero siempre está ahí, sólo cambian los bolsillos.
El dolor está en nuestra vida cotidiana, en el sufrimiento escondido, en la renuncia que hacemos y culpamos al amor por la derrota de nuestros sueños.
El enamorado celoso soporta mejor la enfermedad de su amante que su libertad.
El enemigo no es nuestro ambiente, está en nosotros mismos.
El erotismo está en la aprobación de la vida hasta en la muerte.