Cuando la felicidad nos sale al paso nunca lleva el hábito con que nosotros pensábamos encontrarla.
Cuando llega el tiempo en que se podría, ha pasado el tiempo en que se pudo.
Cuando mejor es uno, tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros.
Cuando se dice que el dinero no hace la felicidad se alude, evidentemente, al de los demas.
Cuando uno dice que sabe lo que es la felicidad, se puede suponer que la ha perdido.
La amistad disminuye cuando hay demasiada felicidad de una parte y demasiada desgracia de la otra.
Cuando Dios te da un don, también te da un látigo, y el látigo es únicamente para autoflagelarse.