En cuanto se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se vuelve superior a él.
En el ajedrez, lo más importante no son el rey y la reina, sino los peones, el hombre.
En la mejilla ha de sentir todo hombre verdadero el golpe que reciba cualquier mejilla de hombre.
En lugar de ser un hombre de éxito, busca ser un hombre valioso: lo demás llegará naturalmente.
En Oriente la mujer no suele ver al hombre antes de casarse. En Occidente, después.
En un tiempo el espíritu fue Dios, luego se hizo hombre, y ahora hasta se ha hecho plebe.