Casi siempre que un matrimonio se lleva bien, es porque uno de los esposos manda y el otro obedece.
Cuando el amor ha sido una comedia, forzosamente el matrimonio tiene que derivar en drama.
Dirigidos a una sola persona, y mutuos, caritas y amor, dan un matrimonio feliz.
El matrimonio debe combatir sin tregua un monstruo que todo lo devora: la costumbre.
El matrimonio es al amor lo que el vinagre al vino. El tiempo hace que pierda su primer sabor.
El matrimonio es algo así como armar un edificio de juguete sin manual de instrucciones.
El matrimonio es como la vida real; un campo de batalla y no un lecho de rosas.