Todo llega para quien sabe esperar.
Todo lo que se necesita para tener éxito es ignorancia y confianza.
Todos los hombres son aptos para perpetuar la especie; la naturaleza forma y escoge aquellos que son dignos de perpetuar la idea.
Todos los hombres son dioses para su perro. Por eso hay gente que ama más a sus perros que a los hombres.
Todos para uno y uno para todos.
Todos poseemos suficiente fortaleza para soportar la desdicha ajena.
Todos quieren la paz, y para asegurarla, fabrican más armas que nunca.
Todos somos aficionados. La vida es tan corta que no da para más.
Todos tenemos fortaleza suficiente para soportar los males ajenos.
Tomamos extrañas medicinas para mejorar nuestra salud, por lo que debemos tener extraños pensamientos para fortalecer la sabiduria.
Trabaja en impedir delitos para no necesitar castigos.
Trabaja para mantener viva en tu pecho esa pequeña chispa de fuego celeste, la conciencia.
Trabaja, en algo, para que el diablo te encuentre siempre ocupado.
Trabajamos siempre para dar forma a nuestra vida, pero copiando sin querer, como un dibujo, los rasgos de la persona que somos y no los de aquélla que nos agradaría ser.
Trabajar constituye un deber indispensable para el hombre social. Rico o pobre, poderoso o débil, todo ciudadano ocioso es un ladrón.
Trabajé siempre para mi patria poniendo voluntad, no incertidumbre; método no desorden; disciplina, no caos; constancia no improvisación; firmeza, no blandura; magnanimidad, no condescendencia.
Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos.
Trabajo deprisa para vivir despacio.
Trabajo en torno a la descripción y me desentiendo de todo intento que haga el soñante para desprenderse de él.
Tradición es un reto para la innovación.
Tratar de olvidar a alguien es querer recordarlo para siempre.
Triste puedo estar solo; para estar alegre necesito compañía.
Tu desnudez derriba con su calor los límites, me abre todas las puertas para que te adivine, me toma de la mano como a un niño perdido que en ti dejara quieta su edad y sus preguntas.
Tú tienes, para mí, todo lo bello que cielo, tierra y corazón abarcan.
Tus bellas formas cantan himnos contra la sombra y el olvido; tus formas, para quienes la luna resplandece, cada noche se entregan como la vez primera: temblorosas, sí, pero voluntarias.