Para poder enseñar a todos los hombres a decir la verdad es preciso que aprendan a oirla.
Para que el amor sea verdadero, nos debe costar. Nos debe doler. Nos debe vaciar de nosotros mismos.
Para que el sueño, la riqueza y la salud se disfruten de verdad, es necesario interrumpirlos.
Para que tu mano derecha ignore lo que hace la izquierda, habrá que esconderla de la conciencia.