Siempre que un hombre cree que ha recibido la verdad exacta de dios, no hay en él un espÃritu de transigencia. Le falta la modestia que nace de las imperfecciones de la naturaleza humana; tiene la arrogancia de la certidumbre teológica y la tiranÃa que nace de la certeza inherente a la ignorancia.
Robert Ingersoll