Las discusiones metafísicas se parecen a los globos llenos de aire; cuando revientan las vejigas, se observa cómo sale el aire y no queda nada.
Las fronteras de lo improbable ya han sido cruzadas simplemente por el hecho de que el mundo existe.
Las generaciones no envejecen. Todo joven de cualquier época y civilización tiene las mismas posibilidades de siempre.
Las grandes personas, que son las buenas, son ante todo pródigas, y no se preocupan mucho de sus expansiones. Hay que reír y llorar, amar, trabajar, gozar y sufrir; en fin, vibrar todo lo que se pueda y en todos los sentidos. ¿No consiste en esto lo verdaderamente humano?.
Las horas más dolorosas de la amante cuando se imagina a su amado con sus hijos en las rodillas mientras su mujer, sonriente, entra y sale con tentadoras bandejas.
Las ideas justas, por sobre todo obstáculo y valla, llegan a logro.
Las improvisaciones son mejores cuando se las prepara.
Las leyes callan cuando las armas hablan.
Las leyes guardan silencio cuando suenan las armas.
Las locuras que más se lamentan en la vida de un hombre son las que no se cometieron cuando se tuvo la oportunidad.
Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo. . . . Del miedo al cambio.
Las mayores dificultades del hombre empiezan cuando puede hacer lo que quiere.
Las medidas templadas, que equivalen a remedios prudentes, son hartamente nocivas cuando el mal es violento.
Las mentes son como las flores, sólo se abren cuando es el momento adecuado.
Las mujeres han servido durante todo este siglo como espejos que poseyeran el poder de reflejar la figura del hombre a un tamaño doble del natural.
Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.
Las mujeres llaman arrepentimiento al recuerdo de sus faltas; pero, sobre todo, al sentimiento de no poder cometerlas de nuevo.
Las mujeres no son más que órganos genitales articulados y dotados de la facultad de gastar todo el dinero del hombre.
Las mujeres son como las veletas: sólo se quedan quietas cuando se oxidan.
Las mujeres son extremadas en todo: o son mejores o son peores que los hombres.
Las mujeres son muy útiles, sobre todo por la noche y, con frecuencia, durante el día.
Las mujeres, como las espadas, cuando más respeto inspiran es cuando están desnudas.
Las mujeres, cuando aman, ponen en el amor algo divino. Tal amor es como el sol, que anima a la naturaleza.
Las obras no son de caridad cuando se hacen por interés.
Las obras se tienen medio terminadas cuando se han comenzado bien.