Hay momentos en la vida de todo político, en que lo mejor que puede hacer es no despegar los labios.
Hay que mantener sujeto el corazón; pues cuando se lo suelta no se tarda en perder la cabeza.
He reducido el mundo a mi jardín y ahora veo la intensidad de todo lo que existe.
He sido forastera durante casi toda mi vida, condición que acepto porque no me queda alternativa.