Los hombres auténticos viven como piensan. Los que quieren engañarse piensan como viven.
Los hombres pasan, los recuerdos quedan, como quedan las obras de los que algo hacen.
Los hombres son como los astros, que unos dan luz de sí y otros brillan con la que reciben.
Los juicios son un asunto demasiado importante como para dejarlo en manos de meros abogados.
Los maridos no son nunca amantes tan maravillosos como cuando están traicionando a su mujer.
Los mayores progresos de la civilización se experimentan inicialmente como sus peores amenazas.
Los modales corteses hacen que el hombre aparezca exteriormente tal como debería ser en su interior.
Los niños iluminan el hogar. ¡Cómo no iluminarlo, si dejan las luces prendidas en todos lados!.
Los niños son como Dios, llenos de ternura, paz y con el lenguaje universal del Amor.