Antes de darle a un político las llaves a la ciudad, puede que sea mejor cambiar las cerraduras.
Cuando las deudas no se pagan porque no se puede, lo mejor es no hablar de ellas y barajar.
Después de la propia sangre, lo mejor que el hombre puede dar de si mismo es una lágrima.
Hay momentos en la vida de todo político, en que lo mejor que puede hacer es no despegar los labios.
Mejor aplicar el llanto siempre que sea posible, como la medicina antigua aplicaba la sangría.