Se marchó bajo la lluvia. Sin decir palabra. Sin mirarme. Y me cubrí la cara con las manos. Y lloré.
Y si por algo es triste la lluvia que no llueve será porque es la lluvia condenada a ser nieve.
A la compañera de viaje, cuyos ojos, encantador paisaje, hacen parecer corto el camino.
Conocer las cosas que lo hacen a uno desgraciado, ya es una especie de felicidad.
Contra toda opinión, no son los pintores sino los espectadores quienes hacen los cuadros.
Cuando llueve comparto mi paraguas, si no tengo paraguas, comparto la lluvia.