La conciencia es como un huésped pesado que grita siempre, pero con el que, salvo en algunos casos gravísimos, uno termina por entenderse.
La conciencia es el mejor juez que tiene un hombre de bien.
La conciencia es el mejor libro moral que tenemos.
La conciencia es la presencia de Dios en el hombre.
La conciencia es la voz del alma; las pasiones, la del cuerpo.
La conciencia es soluble en alcohol.
La conciencia es un instinto que nos lleva a juzgarnos a la luz de las leyes morales.
La conciencia es una condición del ser.
La conciencia es una voz interior que nos advierte que alguien puede estar mirando.
La conciencia es, a la vez, testigo, fiscal y juez.
La conciencia hace que nos descubramos, que nos denunciemos o nos acusemos a nosotros mismos, y a falta de testigos declara contra nosotros.
La conciencia no nos impide cometer pecados, pero desgraciadamente si disfrutar de ellos.
La conciencia recta se rie de las mentiras de la fama.
La conciencia sólo puede existir de una manera, y es teniendo conciencia de que existe.
La conciencia vale por mil testigos.
La constante conciencia de la inevitabilidad de la muerte es el único medio para adquirir la urgencia para redefinir al hombre.
La historia es el progreso de la conciencia de la libertad.
La libertad de conciencia se entiende hoy día, no sólo como la libertad de creer lo que uno quiera, sino también de poder propagar esa creencia.
La libertad se extiende sólo hasta los límites de nuestra conciencia.
La mayoría de las personas adquiere la conciencia donde se acaban sus privilegios.
La soledad es el imperio de la conciencia.
La vida es la memoria del pueblo, la conciencia colectiva de la continuidad histórica, el modo de pensar y de vivir.
Las frases no son para analizarlas, si no para aplicarlas en la vida.
Los escritores deformes son la conciencia diabólica del mundo.
Médico sin ciencia, poca conciencia.