Ver como nos vemos, vernos y comprender que para comprender hay que volverse ciegos.
Vino, enseñame el arte de ver mi propia historia, como si esta ya fuera ceniza en la memoria.
Y así brota en el alma la rebelión de un sueño que es como un perro arisco que le gruñe a su dueño
Y es que nada hay tan difícil como cerrar por amor la mano abierta y avergonzarse de su generosidad.
Y los amantes saben, que sin querer siquiera hay un amor que crece como una enredadera