El dinero consagrado a la beneficencia no tiene mérito si no representa un sacrificio, una privación.
El dolor tiene un gran poder educativo; nos hace mejores, más misericordiosos, nos vuelve hacia nosotros mismos y nos persuade de que esta vida no es un juego, sino un deber.
El ego es como tu perro. El perro tiene que seguir al amo y no el amo al perro. Hay que hacer que el perro te siga. No hay que matarlo, sino que domarlo.
El escritor original no es aquel que no imita a nadie, sino aquel a quien nadie puede imitar.
El escritor que quiera saber cómo debe conducirse en relación a la posteridad no tiene más que examinar en los viejos libros qué es lo que le causa agrado y cuáles son las omisiones que más lamenta.
El espectador debe adquirir conciencia de lo que la pintura tiene de sagrado, de modo que se descubra ante ella como en la iglesia.
El estado ideal no es aquel en que cada uno tiene acceso a la misma cantidad de riqueza, sino en proporción a su contribución a la riqueza general.
El estilo de vida americano depende de la ambición, y mi nuevo hombre tiene que carecer totalmente de ambiciones. (. . . ) no le interesará acumular trastos, y la economía depende de eso. Todas tus agencias publicitarias están metiéndote en la cabeza la idea de acumular cada vez más cosas.
El éxito es sólo la mitad de bonito cuando no hay nadie que nos envidie.
El éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano.
El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad.
El género humano tiene, para saber conducirse, el arte y el razonamiento.
El gobernante que pretende encauzar a su país hacia la democracia tiene que empezar por ser un verdadero demócrata, y demostrarlo tolerando la oposición, por más cruda que se ejerza en el mitin, en la prensa, en la diatriba personal.
El gusto por la adulación se debe, en la mayoría de los hombres, a la pobre opinión que tiene de sí mismos; con las mujeres ocurre al contrario.
El hombre es inteligente porque tiene manos.
El hombre es libre, tiene que ser libre. Su primera virtud, su gran hermosura, su gran amor es la libertad.
El hombre famoso tiene la amargura de llevar el pecho frío y traspasado por linternas sordas que dirigen sobre ellos otros.
El hombre feliz es el que vive objetivamente, el que es libre en sus afectos y tiene amplios intereses, el que se asegura la felicidad por medio de estos intereses y afectos que, a su vez, le convierten a él en objeto de interés y el afecto de otros muchos.
El hombre honrado es el que mide un derecho por su deber.
El hombre inteligente no es el que tiene muchas ideas, sino el que sabe sacar provecho de las pocas que tiene.
El hombre más peligroso es aquel que tiene miedo.
El hombre no posee el poder de crear vida. No posee tampoco por consiguiente el derecho a destruirla.
El hombre no tiene naturaleza, sólo tiene historia.
El hombre nunca mira al cielo porque siempre lo tiene a la vista.
El hombre prudente sólo piensa en sus dificultades cuando ello tiene algún objeto. Cuando no, piensa en otra cosa.