Así, el estudio sin voluntad malogra la memoria, que no retiene entonces nada de lo que toma.
Aunque estoy convencido de que nada cambia, para mí es importante actuar como si no lo supiera.
Bienaventurados los que no tienen nada que decir, y que resisten la tentación de decirlo.
Cada vez que emites un juicio o una crítica, estás enviando algo que terminará por volver a ti.
Cada vez que hago un poema, pienso que algo se arranca de mí, algo que ofrezco a los demás.