Si los ciudadanos practicasen entre sí la amistad, no tendrían necesidad de la justicia.
Siempre, amor... (¡Y estas dos palabras naúfragas, entre alma y piel clavadas contra el viento!).
Son precisamente nuestros límites humanos los que nos unen, los que nos hacen fraternos.
Te regalo un otoño, un día entre abril y junio, un rayo de ilusiones, un corazón al desnudo.