El que no viaja no conoce el valor del hombre.
Viajar tiende a magnificar todas las emociones humanas.
Vayas a donde vayas, se convierte de alguna forma en parte de ti.
Un viaje se mide mejor en amigos que en millas.
Te educas al viajar.
El viajero ve lo que él ve, el turista ve lo que ha venido a ver.
Solo viajar es más bien aburrido, pero viajar con un propósito es educativo y excitante.
La gente que no viaja no pueden tener una visión global, todo lo que ven es lo que hay en frente de ellos. Esas personas no pueden aceptar nuevas cosas porque todo lo que conocen esta donde viven.
La gran recompensa y lujo de los viajes es ser capaz de experimentar las cosas como si fueran la primera vez, estar en una posición en la que casi nada es familiar.
El que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario partir algún día.
Una vez que viajas, el viaje nunca termina. La mente nunca puede desprenderse del viaje.
Viajar merece la pena cualquier coste o sacrificio.
El momento más alegre en la vida humana es en la partida hacia tierras desconocidas.
Esta bien tener un final para un viaje, pero al final, es el viaje lo que importa.
Un viajero sin observación es un pájaro sin alas.
Importa el viaje, no la llegada.
No hay tierras extranjeros. Solo el viajero es extranjero.
Una vez al año, ve a algún lugar en el que no has estado antes.
Nada desarrolla tanto la inteligencia como viajar.
Nunca viajes con alguien a quien no amas.