Para el que no tiene nada, la política es una tentación comprensible, porque es una manera de vivir con bastante facilidad.
Política es eso: el arte de ir levantando hasta la justicia la humanidad injusta; de conciliar la fiera egoísta con el ángel generoso; de favorecer y de armonizar para el bien general, y con miras a la virtud, los intereses.
Primera muestra de una auténtica vocación política lo es, en todo tiempo, que un hombre renuncie desde el principio a exigir aquello que es inalcanzable para él.
Se abren campañas por la libertad política; debieran abrirse con mayor vigor por la libertad espiritual; por la acomodación del hombre a la tierra en que ha de vivir.
Sería una gran reforma en la política el que se pudiera extender la cordura con tanta facilidad y tanta rapidez como la locura.
Si la política no es una religión, no es nada.
Si nos salimos de los hechos, en política, nos perdemos sin retorno.
Si yo me hubiera dedicado a la política. ¡oh atenienses!, hubiera perecido hace mucho tiempo y no hubiese hecho ningún bien ni a vosotros ni a mí mismo.
Toda forma de desprecio, si interviene en política, prepara o instaura al fascismo.
Toda gran revolución política es una gran revolución moral. Toda gran revolución moral supone una gran revolución política.
Toda obra, cualquiera que sea, literaria, política, científica, debe estar respaldada por una conducta.
Urge ya, en estos tiempos de política de mostrador, dejar de avergonzarse de ser honrado. (. . . ) la política virtuosa es la única útil y durable.
¿De qué sirve la libertad política para los que no tienen pan? Sólo tiene valor para los teorizantes y los políticos ambiciosos.