Quítame la vida... Pero no tus besos, róbame la lluvia, pero no me niegues agua de tu cuerpo.
Sed como la fuente que se derrama y no como el tanque que siempre contiene la misma agua.
Si me das de tu boca, de tu boca bebo a sorbitos agua del cielo.
Si tienes la paciencia de la tierra, la pureza del agua y la justicia del viento, entonces eres libre.
Siempre habrá nieve altanera que vista el monte de armiño y agua humilde que trabaje en la presa del molino.
Sin renunciar de este mundo, quisiera enseñar a mi corazón, que fluya noche y día, como el agua clara.
Sobre las olas de la vida, en el vocerío del viento y del agua, el pensamiento del poeta está siempre flotando y bailando.
Soy agua que arrasa los caminos, turbulencia de duna en el desierto.
Supongo que había que inventar las camas de agua. Ofrecen la posibilidad de beber algo a media noche sin peligro de pisar al gato.
Tan fresca la risa fluía, que su agua la fuente sonante por ti detenía.
Tanto da el agua en la piedra que la quiebra.
Te quiero porque me haces feliz, porque forjas primaveras de agua y miel, porque existes en todos mis rincones ¡y porque no sé hacer otra cosa que querer!.
Toma consejo en el vino, pero decide después con agua.
Un amigo es como una fuente de agua durante un viaje largo.
Un cardumen de truchas paso ante mis ojos el color del agua.
Un hombre no trata de verse en el agua que corre, sino en el agua tranquila, porque solamente lo que en sí es tranquilo puede dar tranquilidad a otros.
Un viejo estanque se zambulle una rana ruido de agua.
Una burbuja de aire en la sangre, una gota de agua en el cerebro, bastan para que el hombre se desquicie.
Viento del atardecer. Se ondula el agua alrededor de la garza.
Voy con el agua entera llena de pechos vivos y rumores; la mansa, la viajera de los largos temblores, la de los infinitos ruiseñores.
Ya que el agua no va al molino, vaya el molino al agua.
Yo amo los cantos que llevan dentro aire, agua, tierra y fuego, los cantos que son claros, ligeros y diáfanos, vivientes como mundos lanzados al azul, con algo de magia y de prodigio, cual pompas de jabón que no se rompen.
Yo miro tu recuerdo náufrago. Y aquel pájaro ingenuo bebiendo el agua del espejo.
Yo no bebo agua, los peces fornican en ella.
Yo temblaba al mirarte, yo temblaba como tiemblan las ramas reflejadas en el agua movida por el viento.