Las personas inteligentes tienen un derecho sobre las ignorantes: el derecho a instruirlas.
La vida es demasiado corta para perder el tiempo en personas que no te respetan, aprecian y valoran.
La vida es más bella y sencilla cuando nos volvemos capaces de ver el bien en las otras personas.
No solemos considerar como personas de buen sentido sino a los que participan de nuestras opiniones.
A fin de cuentas las opiniones no son más importantes que las personas como para separarlas.