La vida no es más que un tejido de hábitos.
La vida no es senda de rosas.
La vida no es significado; la vida es deseo.
La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir.
La vida no es sueño. El más vigoroso tacto espiritual es la necesidad de persistencia en una forma u otra. El anhelo de extenderse en tiempo y en espacio.
La vida no es un problema para ser resuelto, es un misterio para ser vivido.
La vida no es un problema que tiene que ser resuelto, sino una realidad que debe ser experimentada.
La vida no es una tecnología, ni una ciencia. La vida es un arte, has de sentirla. Es como el caminar por una cuerda floja.
La vida no está hecha de deseos y sí de los actos de cada uno.
La vida no merece que uno se preocupe tanto.
La vida no se ha hecho para comprenderla, sino para vivirla.
La vida no se pierde al morir; la vida se pierde minuto a minuto, se arrastra día a día, en mil pequeños descuidos.
La vida nos enseña que no podemos ser felices sino al precio de cierta ignorancia.
La vida nos enseña que sólo somos felices a costa de alguna ignorancia.
La vida nos ha sido dada, pero no nos ha sido dada hecha.
La vida nos regala lo más preciado de si misma cuando convergemos en el amor.
La vida nunca nos depara lo que queremos en el momento apropiado. Las aventuras ocurren, pero no puntualmente.
La vida nunca se vuelve un hábito para mí. Siempre es una maravilla.
La vida o es una aventura atrevida o no es nada.
La vida ofrece a cada criatura su copa de amargura.
La vida paga sus cuentas con tu sangre y tú sigues creyendo que eres un ruiseñor.
La vida pasa y el ser, como la bellota, como el niño, o a veces como el adulto, no advierte ese movimiento, ni lo impulsa ni lo estorba.
La vida pasa y los dolores sanan, pero al amor caído ya nadie lo salva.
La vida pende de un hilo.
La vida primaria de la memoria es emotiva más bien que intelectual y práctica.