Lo bueno necesita aportar pruebas; lo bello no. El mejor cosmético para la belleza es la felicidad.
Lo que se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado.
Lo único que necesitamos para convertirnos en buenos filósofos es la capacidad de asombro.
Los ancianos gustan de darnos buenos preceptos para consolarse de no poder darnos malos ejemplos.