Me puse a consolarla, a buscar razones que explicaran la ausencia de él, a ofrecer argumentos y pruebas. Nadie era tan fácil de engañar como ella entonces, porque en momentos asà todos escuchamos con alegrÃa cualquier palabra de consuelo y nos contentamos con una sombra de justificación.
Fiodor Mijailovich Dostoievski