El teléfono de la oficina no suena en los quince primeros minutos de la jornada a menos que uno llegue tarde, y si se da el caso, suena continuamente hasta que uno se incorpora a su puesto. Paul Bourget
El teléfono de la oficina no suena en los quince primeros minutos de la jornada a menos que uno llegue tarde, y si se da el caso, suena continuamente hasta que uno se incorpora a su puesto.