Mi amor... mi fe... instilarán en tu pecho una calma preternatural. Descansarás por el cuidado... te pondrás mejor... y si no, Helen, si murieras.... entonces al menos aferrarÃa yo tu mano querida en la muerte, y gustosamente... oh, alegremente, descenderÃa contigo a la noche de la tumba.
Edgar Allan Poe