Pues hablando sinceramente, lector, creo que de ambos el peor no soy yo. ¡Cuán satisfecho estarÃa si pudiera protegerme de vuestro mal humor tan fácilmente como vos podéis protegeros del aburrimiento o escándalo de mi libro! Dejadme en paz, hipócritas malignos. Podéis joder como mandriles en celo; pero permitid al menos que yo utilice la palabra âjoderâ; os regalo el acto, concededme la palabra. DecÃs con toda tranquilidad: matar, robar, traicionar, ¡y, en cambio, sólo os atrevéis a decir âjoderâ en voz baja! ¿Quizá lo que sucede es que cuantas menos palabras impuras pronunciéis, más os quedan en el pensamiento?.
Denis Diderot