Un hombre le habÃa injuriado malamente y no tomó pena ni se movió por ello, y como un amigo suyo se maravillase mucho, dÃjole: A mà no me dice mal, porque lo que dice no me compete a mà ni en mà se hallará. Al revés lo hace ahora el común de la gente que más se altera cuando no merece las injurias que se les dicen.
Erasmo De Rotterdam