La nueva forma de enseñar ciencia consiste también en enseñar a los maestros cómo enseñar ciencia.
La única costumbre que hay que enseñar a los niños es que no se sometan a ninguna.
No se puede enseñar nada a un hombre; sólo se le puede ayudar a descubrirlo en su interior.
Nunca trates de enseñar a un cerdo a cantar, perderás tu tiempo y fastidiarás al cerdo.
Para enseñar a los demás, primero has de hacer tú algo muy duro: has de enderezarte a ti mismo.
Para hacer ejercicio, pasee con alguien que le acompañe de buen grado, preferentemente un perro.
Para poder enseñar a todos los hombres a decir la verdad es preciso que aprendan a oirla.
Por cada persona que quiere enseñar, hay, aproximadamente, treinta personas que no quieren aprender.
Todos somos maestros y alumnos. Pregúntate: ¿qué vine a aprender aquí y qué vine a enseñar?.