A veces nos paramos tanto tiempo a contemplar una puerta que se cierra que vemos demasiado tarde otra que se abre.
A veces nos volvemos locos porque olvidamos que somos diferentes, porque el amor no es una competencia para que cada uno supere la fuerza del otro, sino una cooperación que necesita de esas diferencias.
A veces nuestro destino semeja un árbol frutal en invierno. ¿Quién pensaría que esas ramas reverdecerán y florecerán? Mas esperamos que así sea, y sabemos que así será.
A veces pienso que Dios creando al hombre sobreestimó un poco su habilidad.
A veces pienso que Dios sobrevaloró su talento al crear al hombre.
A veces pienso que es una lástima que la poesía social sea la más atacada (bueno, la única atacada), ya que encierra grandes valores humanos además de los poéticos.
A veces podemos aprender más de los errores de un hombre que de sus virtudes.
A veces presiento que mi alma está en sombras, entonces me inclino, te beso, y hay luz.
A veces quiero preguntarte cosas, y me intimidas tú con la mirada, y retorno al silencio contagiada del tímido perfume de tus rosas.
A veces quise no soñar contigo, y cuanto más quería más soñaba, por tus versos que yo saboreaba, tú el rico de poemas, yo el mendigo.
A veces se prefiere una mentira que una verdad.
A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota.
A veces también el silencio es una opinión.
A veces tu alegría causa tu sonrisa, pero tambien hay veces en las que tu sonrisa puede causarte alegría.
A veces un puro es solamente un puro.
A veces una broma, una anécdota, un momento insignificante, nos pintan mejor a un hombre ilustre, que las mayores proezas o las batallas más sangrientas.
A veces uno se horroriza de descubrirse a sí mismo en otro.
A veces, cuando descubro que no he escrito una sola frase después de haber borroneado páginas enteras, me desplomo en mi sillón y allí me quedo, mareado, hundido en un pantano de desesperación, odiándome y culpándome por este orgullo demente que me hace encapricharme por una quimera. Un cuarto de hora después todo ha cambiado; el corazón me da saltos de alegría.
A veces, cuesta mucho más eliminar un sólo defecto que adquirir cien virtudes.
A veces, el arte está en los críticos. Estos inventan el arte.
A veces, el silencio es la peor mentira.
A veces, la causa sigue al efecto: por ejemplo, cuando un médico va detrás del feretro de su paciente.
A veces, la indiferencia y la frialdad hacen más daño que la aversión declarada.
A veces, lavándonos las manos, nos ensuciamos la conciencia.
A veces, mejor que combatir o querer salir de una desgracia, es probar de ser feliz dentro de ella, aceptándola.