Nadie a la libertad tiene derecho, cuando no hace hábito y gala de respetar la libertad ajena.
Nadie puede ser esclavo de su identidad: cuando surge una posibilidad de cambio, hay que cambiar.
Ningún poder humano puede jamás violentar el sagrario impenetrable de la libertad del corazón.
Ninguna esperanza queda de virtud, cuando no solamente deleitan los vicios, sino que se aprueban.
No creo que existan reglas sobre los asuntos del amor y la cantidad de compasión que conllevan.