A la hora de la quema, se verá el humo.
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Ignorante y burro todo es uno.
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Todos: mozos, viejos, reyes y pastores estamos sujetos a sentir amores.
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La salud no es conocida hasta que es perdida.
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El vino puro dirá quién es cada uno.
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No existe hombre de mar que no se pueda ahogar.
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El avaro carece tanto de lo que tiene como de lo que no tiene.
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El oficio quita el vicio.
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El melón y el casamiento han de ser acertamiento
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El vino debe tener tres prendas de mujer hermosa: buena cara, buen olor y buena boca.
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Manos blancas no ofenden.
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Amores nuevos olvidan los viejos.
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Al confesor y al abogado, no les tengas engañados.
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Como canta el abad responde el monaguillo.
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Al que de ajeno se viste, en la calle lo desnudan.
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Aramos, dijo la mosca, y estaba en el cuerno del buey.
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El muerto es el mar cuando la tierra está lejos.
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Mas vale honra sin barcos, que barco sin honra.
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Tanto quiso el diablo a sus hijos, que les sacó los ojos.
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A mujer bonita o rica, todo el mundo la critica.
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Tanto da el agua en la piedra que la quiebra.
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Nadie se alabe, hasta que acabe.
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El valiente de palabras es muy ligero de pies.
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El amor de los gatos, a voces y por los tejados.
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Con bolsillo ajeno, todo el mundo es limosnero.
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