Helando mi vientre los remos golpean las olas. Noche de lágrimas.
Matsuo Basho
Devuelve al sauce Todo el fastidio y todo lo que desea tu corazón.
Matsuo Basho
Dios ausente Las hojas se amontonan Todo es abandono.
Matsuo Basho
Al frescor me acomodo y duermo.
Matsuo Basho
Yendo hacia Kioto cubrían medio cielo nubes de nieve.
Matsuo Basho
Los crisantemos se incorporan etéreos tras el chubasco.
Matsuo Basho
La tempestad sopla el rostro de alguien empapado.
Matsuo Basho
De la escarcha No olvides jamás El gusto a soledad.
Matsuo Basho
En mi choza todo cuanto puedo ofreceros es que los mosquitos son pequeños.
Matsuo Basho
Sueño con abrirme un camino que no siempre será fácil entre los viejos campos.
Matsuo Basho
Cansado y maltrecho buscando posada ¡Glisinas en flor!.
Matsuo Basho
En la rama descascarada Los atardeceres del otoño Un cuervo se posa.
Matsuo Basho
Olor a crisantemos. Y en Nara, viejas imágenes de Buda.
Matsuo Basho
La luna a todo correr las cimas de los árboles detienen la lluvia.
Matsuo Basho
¡Débiles son mis piernas!, pero está en flor el monte Yoshino.
Matsuo Basho
¡Qué bello!. El despreciado cuervo común esta mañana nevada.
Matsuo Basho
Ese camino Sólo lo toma El crepúsculo en otoño.
Matsuo Basho
Luna de agosto. Hasta el portón irrumpe la marejada.
Matsuo Basho
A la luz de la luna había flores y solo era un campo de algodon.
Matsuo Basho
Ah hototogisu ¡Agranda aún más mi soledad!.
Matsuo Basho
Después del crisantemo A parte el largo nabo Nada.
Matsuo Basho
Estoy en Kioto Pero al canto del hototogisu Soñando de Kioto.
Matsuo Basho
Ante un florero lleno de azaleas Una mujer Desmenuzando bacalao seco.
Matsuo Basho
El crisantemo blanco. La pureza al encuentro del ojo.
Matsuo Basho
Los botones del sauce se abren El maestro y yo Escuchamos la campana.
Matsuo Basho