Bajó los ojos y luego quiso mirarme pero no pudo. Durante algunos minutos probó a dominar su emoción, pero de pronto me volvió la espalda, puso los codos en la barandilla del muelle y se deshizo en lágrimas.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Me acosan unos pensamientos tan extraños y unas sensaciones tan lúgubres , se agolpan en mi cabeza unas preguntas tan confusas, que no me siento ni con fuerzas ni con deseos de contestarlas. No seré yo quien ha de resolver todo esto.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Dígame...¿ por qué en tales momentos se corta el aliento?.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Pero ya sabe usted que quien ama no recuerda largo tiempo el agravio.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Perdone que se lo diga otra vez, pero no puedo dejar de venir aquí mañana. Soy un soñador. Hay en mí tan poca vida real, los momentos como éste, como el de ahora, son para mí tan raros que me es imposible no repetirlo en mis sueños. Voy a soñar con usted toda la noche, toda la semana, todo el año. Mañana vendré aquí sin falta, aquí mismo, a este mismo sitio, a esta misma hora, y seré feliz, solamente, recordando el día de hoy.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
¿Y ya con que voy a soñar, cuando he sido tan feliz despierto?.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
¿Tengo yo la culpa de no poder soportar ahora un día de duda?.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Acaba uno por agotarse y siente que esa inagotable fantasía se agota con el esfuerzo constante por avivarla.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Con su propio rincón, junto a un ser querido que le escucha como usted me escucha ahora, ángel mío, con la boca y los ojos abiertos en una noche de invierno.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
La miré fugazmente. Todos los días sueño que por fin voy a encontrar a alguien. ¡Si supiera usted cuantas veces he estado enamorado de esa manera!.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Inopinadamente la casualidad vino en mi ayuda.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Por lo visto no había oído mis pasos y ni siquiera se movió cuando, conteniendo el aliento y con el corazón a galope, pase junto a ella...
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Me puse a consolarla, a buscar razones que explicaran la ausencia de él, a ofrecer argumentos y pruebas. Nadie era tan fácil de engañar como ella entonces, porque en momentos así todos escuchamos con alegría cualquier palabra de consuelo y nos contentamos con una sombra de justificación.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
¿Quién sabe si quizá todo el amor mío no fue más que un engaño de los sentidos, de la fantasía?.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
A quien al cabo le resultó imposible vivir en este mundo...
Fiodor Mijailovich Dostoievski
No, soy yo, el que le da las gracias a usted...por haberla encontrado...
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Pero hasta tanto que llegue ese momento amenazador nuestro héroe no desea nada, porque está por encima del deseo, porque está saciado, porque es artista de su propia vida y se forja cada hora según su propia voluntad.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Decirle que me muero solo, que no me rechace, pero usted se ríe...por lo demás, hablo sólo para hacerla reír...
Fiodor Mijailovich Dostoievski
En dos segundos me ha hecho usted feliz para siempre. Si, feliz. Quien sabe, quizá me ha reconciliado conmigo mismo, quizá ha resuelto mis dudas... quizá hay también para mi minutos así...
Fiodor Mijailovich Dostoievski
¿O fue creado para estar siquiera un momento en las cercanías de tu corazón?.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
La vergüenza, el amor, el orgullo, todo hablaba en mí al mismo tiempo.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Cuando digo que mira, miento. No mira, sino que contempla distraídamente. De modo que quizá sólo fugazmente, casi sin querer, puede ocuparse de lo que le rodea.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
Con un dolor de corazón en que se mezclan la angustia y la dulzura.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
El castillo de sus ilusiones se ha venido sin estrépito, sin dejar rastro, se ha esfumado como un sueño; y él ni siquiera se percata de que ha estado soñando.
Fiodor Mijailovich Dostoievski
En vano escarba el soñador en sus viejos sueños, como si fueran ceniza en la que busca algún rescoldo para reavivar la fantasía, para recalentar con nuevo fuego su enfriado corazón y resucitar en él una vez más lo que antes había amado tanto, lo que conmovía el alma, lo que enardecía la sangre, lo que arrancaba lágrimas de los ojos y cautivaba con espléndido hechizo.
Fiodor Mijailovich Dostoievski