Si a una no se le permite expresar enfado, ni siquiera reconocerlo en el propio interior, una queda por simple extensión, privada tanto de la fuerza como del control. Carolyn Heilbrun
Si a una no se le permite expresar enfado, ni siquiera reconocerlo en el propio interior, una queda por simple extensión, privada tanto de la fuerza como del control.