El corazón no habla pero acierta.
El corazón sólo recuerda nubes, perdidos sueños e intangibles formas!.
El corazón tiene sus razones, que la razón desconoce.
El corazón, cuando palpita por nada, palpita escondido.
El deseo de ser hábil impide a veces serlo.
El diablo se viste algunas veces de serias razones para odiar.
El dinero abre todas las puertas menos las del corazón.
El dinero del pobre dos veces se gasta.
El dinero no da la felicidad, pero procura una sensación tan parecida, que necesita un especialista muy avanzado para verificar la diferencia.
El dinero no lo es todo... a veces, ni siquiera es suficiente.
El dinero no puede satisfacer el corazón del hombre, sino el buen uso que de él se hace, es esto lo que produce la verdadera satisfacción.
El dinero sólo puede comprar cosas materiales, como alimentos, ropas y vivienda. Pero se necesita algo más. Hay males que no se pueden curar con dinero, sino sólo con amor.
El diplomático es una persona que primero piensa dos veces y finalmente no dice nada.
El enfermo necesita del medico, el médico no necesita del enfermo.
El error es a veces más generador de acción que la verdad.
El escritor, muchas veces, es como un caballo de carreras que ha perdido su jinete y ya no sabe porque está corriendo ni dónde está la meta y, sin embargo, se le exige seguir corriendo aunque no sepa ni hacia dónde ni por qué razón.
El espíritu busca, pero el corazón es el que encuentra.
El éxito, a veces, alienta a los inteligentes. Generalmente atonta más a los que ya son tontos, pero en ambos casos, es efímero.
El fin de la creación literaria es iluminar el corazón de todos los hombres, en los que tienen de meramente humano.
El flojo y el mezquino andan dos veces el camino.
El fracaso es, a veces, más fructífero que el éxito.
El hombre es el ser que necesita absolutamente de la verdad y, al revés, la verdad es lo único que esencialmente necesita el hombre, su única necesidad incondicional.
El hombre es tantas veces hombre cuanto es el número de lenguas que ha aprendido.
El hombre malo puede decantarse a veces hacia el lado de la razón; pero le resulta casi imposible no hacer cuanto conviene para inclinarse a la maldad.
El hombre puede expulsar a la compasión de su corazón, pero Dios nunca lo hará.