A veces quise no soñar contigo, y cuanto más quería más soñaba, por tus versos que yo saboreaba, tú el rico de poemas, yo el mendigo.
A veces se prefiere una mentira que una verdad.
A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota.
A veces sucede así en la vida: cuando son los caballos los que han trabajado, es el cochero el que recibe la propina.
A veces también el silencio es una opinión.
A veces tu alegría causa tu sonrisa, pero tambien hay veces en las que tu sonrisa puede causarte alegría.
A veces un puro es solamente un puro.
A veces una broma, una anécdota, un momento insignificante, nos pintan mejor a un hombre ilustre, que las mayores proezas o las batallas más sangrientas.
A veces uno se horroriza de descubrirse a sí mismo en otro.
A veces, cuando descubro que no he escrito una sola frase después de haber borroneado páginas enteras, me desplomo en mi sillón y allí me quedo, mareado, hundido en un pantano de desesperación, odiándome y culpándome por este orgullo demente que me hace encapricharme por una quimera. Un cuarto de hora después todo ha cambiado; el corazón me da saltos de alegría.
A veces, cuesta mucho más eliminar un sólo defecto que adquirir cien virtudes.
A veces, el arte está en los críticos. Estos inventan el arte.
A veces, el silencio es la peor mentira.
A veces, la causa sigue al efecto: por ejemplo, cuando un médico va detrás del feretro de su paciente.
A veces, la indiferencia y la frialdad hacen más daño que la aversión declarada.
A veces, lavándonos las manos, nos ensuciamos la conciencia.
A veces, mejor que combatir o querer salir de una desgracia, es probar de ser feliz dentro de ella, aceptándola.
A veces, una tarde cualquiera, la dulzura se instala en las palabras.
A veces, unos puntos suspensivos a tiempo resultan más profundos que un verso archipensado.
Al que la razón no pudo dar remedio, muchas veces se lo dio la paciencia.
Al verte, loca alegría danza en mi corazón.
Algunas veces debemos desechar los grandes pensamientos, y seguir los que las circunstancias nos inspiran.
Algunas veces en la vida conviene tener los ojos muy abiertos, otras a la mitad y otras más bien cerrados. La cuestión está en saber cómo cada vez.
Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer.
Algunas veces pienso en lo que los historiadores del futuro dirán de nosotros. Una sola frase será suficiente para definir al hombre moderno: fornicaba y leía periódicos.