La culpa la tiene sólo el tiempo. Todos los hombres se tornan buenos, pero ¡tan despacio!
La ostra enferma porque lleva la perla, y tu da gracias al cielo que te ennoblece con el dolor.
La religión debería servir más para dar ánimos a los buenos que para aterrorizar a los malos.
Lee los buenos libros primero; lo más seguro es que no alcances a leerlos todos.
Lo único que necesitamos para convertirnos en buenos filósofos es la capacidad de asombro.
Los ancianos gustan de darnos buenos preceptos para consolarse de no poder darnos malos ejemplos.
Los buenos gobiernos se conocen cuando lo que hacen vale más que lo que sus opositores dicen.