La mujer adora al hombre igual que el creyente adora a Dios; pidiéndole todos los días algo.
La política está en el aire mismo que respiramos, igual que la presencia o ausencia de Dios.
Las desgracias, al igual que la fortuna, sólo llegan cuando las hemos buscado con nuestros actos.
Nadie recordaría al buen samaritano, si además de buenas intenciones no hubiera tenido dinero.