El orgullo es igual en todos los hombres, sólo varían los medios y la manera de manifestarlo.
El principal enemigo de la creatividad es el buen gusto.
El que conoce la verdad no es igual al que la ama.
El que es buen gallo, en cualquier gallinero canta.
El que es buen juez, por su casa empieza.
El que es buen músico, con una cuerda toca.
El que es bueno en la familia es también un buen ciudadano.
El que retiene algo que no necesita es igual a un ladrón.
El que tiene buen corazón nunca es estúpido.
El secreto de un buen jugador es saber descubrir que espera el otro, y saber hacer creer que va a obtenerlo.
El tiempo es un buen maestro, solo que lamentablemente, asesina a todos sus discípulos.
El vino debe tener tres prendas de mujer hermosa: buena cara, buen olor y buena boca.
Elegancia es la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos.
En buen tiempo, no faltan pilotos.
En casa chica y en largo camino se conoce al buen amigo.
En el amor no hay crímenes ni delitos, sólo falta de buen gusto.
En el fondo, la pregunta fundamental de la filosofía (igual que la del psicoanálisis) coincide con la de la novela policíaca: ¿quién es el culpable?.
En el matrimonio, la mujer es igual al varon y tiene derechos que reclamar, que la ley debe asegurarle.
En esta industria, todos sabemos que detrás de un buen guionista hay siempre una gran mujer, y que detrás de ésta está su esposa.
En la corte es llegada a tanto la locura, que no llaman buen cortesano sino al que está muy adeudado.
En mi pueblo, sin pretensión, tengo mala reputación. Haga lo que haga es igual todo lo consideran mal. Yo no pienso, pues, hacer ningún daño queriendo vivir fuera del rebaño. No, a la gente no gusta que uno tenga su propia fe.
Es agradable ver cómo un buen poeta transporta la imaginación de otro artista, permitiéndole crear su propio equivalente de la poesía. El artista plástico, para sacar el mejor partido de su obra, debe evitar adherir de manera demasiado servil al texto. Por el contrario, debe trabajar libremente, enriqueciendo su propia sensibilidad mediante el contacto con el poeta que va a ilustrar.
Es como para creer que al buen dios, que creó el mundo, no le gusta que los hombrecillos tengan por su parte (aunque a su reducida escala) una pasión parecida.
Es necesario ser casi un genio para ser un buen marido.
Estar a solas con un buen libro es ser capaz de comprenderte más a ti mismo.