A la compañera de viaje, cuyos ojos, encantador paisaje, hacen parecer corto el camino.
Cien veces al día burlamos nuestros propios defectos censurándolos en los demás.
Confesamos nuestros pequeños defectos para persuadirnos de que no tenemos otros mayores.
Conocer las cosas que lo hacen a uno desgraciado, ya es una especie de felicidad.
Contra toda opinión, no son los pintores sino los espectadores quienes hacen los cuadros.